La afición a los videojuegos ha aumentado exponencialmente en los últimos años. Su uso está extendido a toda la gama de formatos existentes: consolas, ordenadores, dispositivos móviles…, y en más de un 90% sus usuarios pertenecen a la población infantojuvenil. Asisimismo, hay estudios que indican que las edades de mayor vulnerabilidad es entre los 9 y 15 años de edad.
No obstante, cada vez es mayor el porcentaje de jugadores de todas las edades que se está “enganchando” a los nuevos videojuegos de rol multijugador masivo online o MMORPG más sofisticados y atractivos, que han producido un incremento sustancial del tiempo dedicado a jugar con ellos.
Paralelamente el uso disfuncional y problemático de los videojuegos ha crecido también con gran rapidez, convirtiéndose en uno de los trastornos que más aumenta en las consultas de psicología. De hecho, la OMS declaró hace poco la adicción a los videojuegos como una enfermedad mental denominada “Transtorno del Juego”.
Sin embargo, muchos padres continúan todavía minimizando la incidencia real de los videojuegos en la vida de sus hijos.
¿Cuál es la línea que separa el trastorno de un uso moderado?
El uso de videojuegos en general no tiene por qué ser perjudicial en todos los casos. De hecho, hay numerosos estudios que demuestran efectos positivos de este tipo de juegos tecnológicos en el cerebro. Por ejemplo, un uso adecuado de los videojuegos puede mejorar las capacidades cognitivas: atención selectiva, sostenida y dividida; Mejora en las habilidades visoespaciales; memoria de trabajo; capacidad de inhibición, cambio rápido de tareas, resolución de problemas y razonamiento estratégico, por ejemplo.
Sin embargo, su uso desmedido puede generar una adicción que es igual a la de las drogas. De esta forma, y según el APA, las personas que padecen problemas con los videojuegos muestran patrones de comportamiento similares a aquellos con trastornos de adicción reconocidos, incluido el uso compulsivo, el deterioro del funcionamiento y los síntomas de abstinencia.
Un signo de alarma que indica que el hábito de los juegos se está yendo a un extremo es que los juegos pasan a ser prioridad sobre otros intereses de la vida y actividades diarias de la persona.
Síntomas de la adicción a los videojuegos:
· Obsesión: pensar continuamente en el juego.
· Tolerancia: necesidad cada vez más mayor de pasar más tiempo en el juego para conseguir satisfacción, o recompensa decreciente para un mismo tiempo de juego.
· Pérdida de control: incapacidad de controlar, parar o disminuir la dedicación al juego. Pérdida de la noción del tiempo.
· Síndrome de abstinencia: ansiedad, irritabilidad o estallidos de ira cuando no se puede participar en el juego o ante limitaciones del mismo.
· Negación: p.ej. mediante mentiras a familia y amigos acerca del nivel de implicación en el juego.
· Ignorancia de consecuencias adversas: p.ej. cometiendo actos ilícitos para mantener la actividad, o mintiendo a otros para obtener financiación. Aislamiento social, dolores o enfermedades posturales, empeoramiento del rendimiento académico.
Consecuencias de la adicción a los videojuegos
Una persona adicta o dependiente a las nuevas tecnologías, genera el hábito que domina su voluntad, lo que a su vez provoca una pérdida de control sobre la frecuencia, la intensidad y la duración de la actividad.
La persona adicta pierde el interés en aficiones o actividades que antes eran muy importantes para él, se aísla, y además desarrolla cambios físicos, como descenso de peso o alteraciones bruscas en el estado de ánimo.
Irritabilidad, ira y nerviosismo, así como debilidad y una gran dificultad para conciliar el sueño. También pueden aparecer cuadros de ansiedad, estrés o depresión.
Es un problema que está invadiendo a nuestro país, a nuestros niños, adolescentes, que desde temprana edad están consumiendo videojuegos y están dejando de comer y de dormir para jugar. Esto afecta el rendimiento escolar, genera depresión, ansiedad, y puede generar también comportamientos violentos.
¿Cuáles son los factores de riesgo para la adicción a los videojuegos?
Se encuentran la baja autoestima, la sensación de carencia de afecto, sentimiento de soledad, una conexión familiar débil, relaciones sociales pobres, comportamiento compulsivo y falta de objetivos. Que sufran depresión, algún trastorno de personalidad o malestar en general. También los antecedentes de otras adicciones.
¿Cuál es el tratamiento?
Los tratamientos más eficaces para la adicción a videojuegos se utilizan también para la adicción a Internet.
Las técnicas a emplear en terapia infantojuvenil dependerán de la edad y desarrollo evolutivo del niño o adolescente y de su evaluación psicosocial, por lo que se trabajará conjuntamente con la familia en el establecimiento de límites, terapia familiar, habilidades sociales, autoestima y autocontrol, entre otras según los casos.
En lo que se refiere a los MMPORG se propone la combinación de la terapia cognitivo-conductual con el uso de la entrevista motivacional subrayando la importancia de trabajar la motivación para el cambio, el aumento del autocontrol, la prevención de recaídas y el entrenamiento en habilidades de afrontamiento.
Los resultados de este conjunto de intervenciones se reflejan en una disminución significativa del tiempo de uso del ordenador y de juego, así como una mejoría del funcionamiento personal y social de la persona atendida.
¿Cómo ayudar a una persona adicta a los videojuegos?
Es preciso detectar y abordar el uso perjudicial. El peor error que podemos cometer es minimizar la cuestión. Hay que darle la importancia que requiere al límite en el uso de las tecnologías.
Es importante intervenir desde las aulas y desde las casas. Las familias deben estar atentas, poniendo límites de horario y tiempo al consumo de videojuegos y redes sociales.
A la hora de elegir el juego, escoge videojuegos de diferentes tipos, dinámicas y temáticas. Da prioridad a los que puedan compartirse con la familia y compañeros y fíjate en los valores que transmiten para que coincidan con los vuestros.
A la hora de jugar: verifica el etiquetado y la información que acompaña al juego. Pacta los horarios y los lugares de juego. Procura que el juego se ubique en un lugar de la casa que sea fácil compartirlo.
SIEMPRE: participa de forma activa y crítica en todo lo que hagan tus hijos, según tus propios valores, demostrando una actitud de diálogo y respeto. Limita el tiempo que pasa tu hijo en Internet.
No obstante, si todavía necesitas ayuda, puedes pedir más información o cita con nuestros profesionales aquí.
Susana Manzaneque, psicóloga en prácticas del MGPS.