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Tras las circunstancias que estamos viviendo a nivel global en estos últimos meses, todo ser humano y fundamentalmente aquellos que hemos disfrutado de la sociedad del bienestar, nos estamos viendo inmersos en una situación vital en la que no podemos dejar de preguntarnos sobre cómo podemos afrontar el regreso progresivo a “la normalidad”.

Nuestros pensamientos recurrentes se ceban en las pautas a poner en marcha tanto a nivel conductual como a nivel psicológico, para retomar de nuevo nuestra vida tras el confinamiento provocado por la pandemia originada por la COVID19.

Pensamos en los nuestros, nuestros seres queridos, amigos, compañeros, como podemos evitar contagios y el temido repunte pandémico y no en pocas ocasiones nuestros pensamientos recurrentes negativos, nos invaden de incertidumbre ante una una situación desconocida y novedosa en la que todavía no tenemos seguridad de solución.

Esto implica vivir en un constante proceso de estrés, miedo y a la vez de un esfuerzo de adaptación emocional y conductual, ante la invasión de noticias y la incertidumbre que posiblemente percibamos durante todo el resto del año, hasta que aparezca una vacuna, o nos den la seguridad de una solución.

Si ya contábamos que en nuestra vida cotidiana, en cualquier momento y cualquier persona en un momento determinado de su vida, podría ocurrirle que, de forma inesperada, podría notar sensaciones inusuales; por ejemplo que su corazón comenzase a palpitar, y tuviese sensación de ahogo y mareo e incluso que la cabeza se le fuese y creyese que se iba a desmayar. Que sintiese que estaba a punto de morir…”. Cuanto más ante una situación tan real, que nos parece imposible. Muchas personas en este periodo han percibido y han pasado situaciones aterradoras y traumáticas, como ha sido su propio ingreso en UCI o el de un familiar cercano. Han cursado y posiblemente siguen cursando con pesadillas, reviviscencias, pensamientos incontrolables, angustia, lo que solemos llamar un trastorno de estrés postraumático.

Todas estas percepciones con sus alteraciones emocionales y pensamientos recurrentes negativos pueden provocar alteraciones en el futuro día a día en nuestro regreso al trabajo, en nuestras relaciones sociales laborales e incluso afectivas. En definitiva en nuestra salud y en el futuro disfrute de las actividades de nuestra vida diaria.

La interpretación que hagamos de esta situación y la forma de afrontarla puede derivarnos al riesgo de sufrir ciertas alteraciones en nuestra salud mental de tipo afectivo y ansiedad, problemas con los estupefacientes “drogas y alcohol entre otros para evitar la sensación de lo que percibimos. Trastornos de la alimentación, miedo a contagiarse e incluso el miedo a salir de casa.

Vamos a tomar como ejemplo en esta última conducta. Ya las circunstancias que nos está tocando vivir pueden hacer que la sintomatología con la que cursemos, se pueda complicar con agorafobia.

¿Cuáles son los síntomas de la agorafobia?

La agorafobia se caracteriza por la aparición de los síntomas de ansiedad y comportamientos de evitación a lugares o situaciones donde percibes peligro y que escapar puede resultar difícil. También puedes querer evitar aquellos lugares donde percibes la posibilidad de que curses con una crisis de angustia o síntomas similares.

¿Qué comportamientos solemos emitir cursando agorafobia?

Como consecuencia de este miedo reaccionamos con comportamientos de evitación casi permanentes a múltiples situaciones, tales como estar en sitios con mucha gente, viajar en autobús u otros transportes públicos, etc., aunque la gravedad de la ansiedad y la intensidad de la evitación es fluctuante y depende de la persona y del momento.

Es por todo lo referido que este trastorno fóbico puede considerarse como uno de los más incapacitantes, ya que algunas personas pueden llegar a quedar prisioneras en su casa, disminuyendo de forma drástica su calidad de vida, afectando a sus posibilidades sociales, laborales, de rendimiento académico, etc.

¿Cómo nos afecta la agorafobia y cuándo pedir ayuda psicológica?

Entre otros aspectos, la agorafobia suele cursar con estados depresivos y ansiosos, afectando a la autoestima y el autoconcepto. También suelen aparecer limitaciones funcionales, tanto a nivel interno y comportamental, como a nivel de interacción personal y social, y es cuando comienzan a aparecer este tipo de disfunciones en este tipo de casos, cuando es aconsejable pedir ayuda psicológica.

¿Cómo tratar la agorafobia?

Un abordaje terapéutico de la agorafobia como trastorno de ansiedad, sin tener en cuenta los elementos disfuncionales asociados, sería claramente insuficiente. Por ello, desde el grupoVOLMAE, consideramos los modelos que llevan implícito el trabajo con todos los elementos personales que se han visto afectados, no en sí como síntomas clínicos, sino como disfuncionalidades necesitadas de un afrontamiento psicoeducativo.

Así, desde grupoVOLMAE planteamos programas cuyo objetivo principal es potenciar aquellos cambios positivos asociados a la mejora de cada una de las áreas afectadas por la agorafobia.

¿Cómo pueden los familiares ayudar en el tratamiento de la agorafobia?

Como hemos comentado, el abordaje terapéutico de la agorafobia basado exclusivamente en los síntomas clínicos es insuficiente. Por ello entendemos que la persona que padece agorafobia suele depender en gran medida de otras personas para salir, familia, amigos, y aunque en ocasiones estos, no sepan muy bien cómo actuar, le acompañan escuchan y reconfortan tratando de evitar reacciones que empeoren las conductas esperables a la situación que actualmente estamos viviendo.

Como hemos comentado el problema aparece cuando esta dependencia se convierte en un hábito. Hábito al que es difícil oponerse y que con frecuencia las personas que la acompañan potencian y fomentan sin darse cuenta.

Desde grupoVOLMAE, incidimos en el apoyo y aceptación incondicional a la persona, pero no a la agorafobia y las consecuencias negativas de los comportamientos agorafóbicos.

La culpabilidad es probablemente uno de los sentimientos más inútiles y que menos pueden ayudar a la recuperación de la persona afectada por la agorafobia. Por ello, es importante reforzar cada logro que consigue y demostrar que confías en sus capacidades para superar las situaciones a las que debe enfrentarse tratando de “no abandonar la situación hasta que el miedo haya disminuido”.

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