Introducción
Las altas capacidades hacen alusión a la presencia de un nivel de desarrollo, conocimientos y/o destrezas de una persona que se considera mayor a lo esperado para su edad cronológica, y que destaca por encima de la población general en determinados aspectos intelectuales. Esta expresión abarca tanto al talento (cuando estas aptitudes intelectuales se dan en una o varias áreas del desarrollo) como a la superdotación (cuando se destaca en todas las capacidades intelectuales). Y en psicología, puede constituir una necesidad de tratamiento psicológico, sobre todo cuando aludimos a la figura del psicólogo o de la psicóloga como profesional y recurso en favor del desarrollo armonizado de la persona.
La mayoría de los niños y las niñas con altas capacidades poseen características propias del talento. Éste se suele relacionar con dificultades de socialización con los pares, fracaso o elevado rendimiento escolar, elevada autoestima y sobreestimación de las propias capacidades. Conviene añadir que el cociente intelectual elevado no es por sí solo indicativo de altas capacidades intelectuales, pues bien coexisten otros aspectos: elevada productividad, capacidad de ingenio, persistencia ante la tarea, mayor velocidad de procesamiento de información, interrelación de conceptos abstractos, facilidad para automatizar destrezas y tendencia al liderazgo.
¿Qué son las altas capacidades?
Lo primero que tenemos que tener en cuenta es que la alta capacidad intelectual no tiene por qué garantizar un desarrollo social, emocional o personal equivalente o al mismo nivel de madurez que cabría esperar para tal desempeño intelectual. En niños y niñas con altas capacidades esto puede resultar chocante, pues sus reacciones emocionales suelen ser intensas y desproporcionadas ante la situación en sí. Las estrategias de afrontamiento psicológicas son uno de los puntos que conviene atender, sobre todo cuando esa forma de desarmonía entre la madurez intelectual y emocional nos recuerda que cabe en esencia proporcionar recursos que favorezcan el desarrollo de estas cualidades, donde la familia es en primera instancia la que mejor conoce las necesidades del niño o de la niña. Así pues, también cabe recordar que la maduración temprana del desarrollo cognitivo puede normalizarse posteriormente a pesar de dar muestras de ello en la primera infancia.
¿Cómo saber si una persona tiene altas capacidades?
En psicología, entendemos que no existe como tal un factor único o teoría que pueda definir claramente qué criterios designan las altas capacidades. Eso no quita que sí podamos detectar señales o indicadores que hagan sospechar de altas capacidades, y que como tal puedan detectarse desde el primer año de vida, e incluso antes. He aquí unos ejemplos ilustrativos:
- Facilidad e iniciativa por un aprendizaje autónomo (p. ej., en la lectura, escritura…) que se inicia más tempranamente en relación a sus pares.
- Desarrollo precoz del lenguaje.
- Interés por temas abstractos y normativos (p. ej., que se cuestione sobre la vida y la muerte, o la religión).
- Elevada autoexigencia y perseverancia ante la tarea, a menudo con tendencia por un comportamiento obsesivo y rigidez de pensamiento.
- Susceptibilidad al fracaso y al rechazo: al darse una sobreestimación de las propias capacidades son frecuentes las descargas emocionales intensas ante el fallo en la ejecución de una tarea.
- Frustración por la inactividad o la falta de progreso en una tarea.
- Hipersensibilidad o tendencia por la reacción emocional desproporcionada en contraste con la madurez intelectual que presenta.
- Elevado sentido de la justicia y equidad, a menudo mostrado de forma radical.
- Autocrítica, perfeccionismo y tendencia por la competitividad.
- Se distraen con facilidad.
¿Cómo actuar?
En los niños y niñas con altas capacidades conviene saber que a su facilidad por percibir mucha más información de la que pueden procesar, sus respuestas a estas demandas a menudo pueden malinterpretarse, por lo que puede ser de especial interés acudir a un/a psicólogo/a para que confirme esta detección y facilitar a los padres el tratamiento psicológico adecuado para empatizar con las necesidades reales del hijo o de la hija.
Un primer punto a tratar es la motivación, sobre todo al tener en consideración que el trabajo y la estimulación del desarrollo no solo se limita al aspecto intelectual, sino que debe abordarse desde el punto de vista emocional. El rechazo en la escuela constituye uno de los principales motivos de consulta psicológica, muy frecuentemente seguido de acoso escolar, ansiedad y depresión. Por ello, el tratamiento psicológico meramente psicoeducativo desde un primer momento trata a valorar la importancia de formarse en las necesidades especiales de los niños y niñas con altas capacidades. Así pues, cuando el niño o la niña se muestra despistado o despistada, puede que en realidad esté buscando ideas porque muestra curiosidad; cuando demanda que no le impongan límites ni directrices puede estar demandando que le permitan autonomía, espacio para mostrar su creatividad y espontaneidad, pero que también valora cuándo no puede salirse siempre con la suya; y especialmente cuando puede parecer mayor por cómo se muestra en general, hay que recordar que la edad cronológica es la que es y, por ello, las vicisitudes del desarrollo han de tener cabida en él y en ella.
Sergio Paredes del Pino. Psicólogo (Nº Colegiado MU 04012)