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“Del mismo modo que el agua apaga el fuego,

el silencio anula la fuerza de la ira”.



Seguro que en muchas ocasiones has sentido que algo te iba a salir mal, que no ibas a conseguir los resultados que esperabas y que esto te iba a afectar de forma negativa.

Probablemente te habrás sentido enfadado, irritado y furioso cuando te ha pasado y, cuando estas situaciones se han agravado habrás podido sentir rabia e incluso ira, pero ¿Qué es realmente la ira?

Podemos decir que la ira es el estado emocional que sentimos ante un enfado intenso, descontrolado y variable. La ira es una respuesta emocional primaria, es decir, no es algo que aprendamos a lo largo de nuestra vida, podemos sentir y manifestar esta emoción desde que somos muy pequeños puesto que surge de forma innata.

Esta emoción nos ayuda a adaptarnos al medio que nos rodea y a afrontar situaciones complicadas que surgen en nuestras vidas, nos permite organizar y regular los procesos internos de nuestro cuerpo y mente, al igual que nuestras relaciones interpersonales y sociales. Puede producirse en aquellas situaciones en las que nuestras metas o necesidades se ven frustradas por otras personas, sintiendo nosotros que los resultados podrían haber sido diferentes si se hubiera actuado de otra forma.

Pero estas situaciones, además de generarnos una serie de pensamientos y emociones, también nos provocan distintas reacciones internas ya sea una activación fisiológica que se caracterice por una activación extra del sistema nervioso simpático y del sistema endocrino, una respuesta motora, un incremento de nuestra activación muscular o una activación de tipo vascular.

Aun así todas las personas somos diferentes, por eso no todos experimentaremos lo mismo al sentir ira y podemos considerar que este concepto consta de tres componentes, los cuales pueden presentarse de forma conjunta o independiente, incluso no presentarse en determinadas personas ante ciertas situaciones. La ira se compondría de:

  • La experiencia de ira: los procesos subjetivos que experimentamos con esta emoción, es decir, los pensamientos, sensaciones y procesos cognitivos que nos provoca.

  • La expresión de ira: son aquellos aspectos o comportamientos observables cuando una persona siente ira, su expresión facial y corporal, los cambios posturales y musculares, los elementos paraverbales, etc.

  • Los cambios fisiológicos de ira: es el más complicado de definir, puesto que las personas presentamos muchas diferencias individuales al sentir esta emoción, por eso, por ejemplo, algunas personas sentirán sofocos ante esta emoción y otras no. Lo que sí se ha podido comprobar de forma experimental en el laboratorio es que existe una relación entre la ira y la reactividad cardiovascular, razón por la que es frecuente que sintamos que tenemos el corazón acelerado cuando sentimos esta emoción.

Y a pesar de que se trata de una emoción natural, que todos sentimos en determinadas situaciones, debemos controlarla y no justificar nuestra conducta pensando que esta forma parte de nuestra personalidad. Del mismo modo, no es sano reprimir y no expresar nuestros sentimientos, puesto que otros pueden abusar de esto e incluso puede que nuestras emociones no se tengan en cuenta, esto suele pasarle a las personas pasivas, que no saben o no se atreven a defender sus derechos o a expresar sus pensamientos y sentimientos por miedo a no ser aceptados socialmente.

Por eso debemos aprender a controlar nuestras emociones y evitar que la ira nos invada de forma frecuente y abundante, para ello podemos implementar ciertos cambios en nuestra vida que nos ayuden a prevenir que la ira se apodere de nuestras vidas, algunos de estos cambios pueden ser:

  • Realizar actividades que nos gusten, dedicándoles el tiempo necesario para que disfrutemos de estas. (Hay un cuestionario interesante que mide nuestra capacidad de autocuidado actual, es un buen principio para agendar tareas placenteras después de ver los resultados: https://anabelgonzalez.es/wpcontent/uploads/2020/08/Escala-de-autocuidado-para-web.pdf

  • Practicar alguna técnica de relajación de forma regular, que nos permita controlar mejor nuestras emociones. (Véase los audios de relajación en www.volmae.es/ansiedad).

  • Centrarnos en el presente, no vivir pensando en los errores del pasado, centrarnos en los logros conseguidos. (Los ejercicios de atención sostenida, o prácticas de mindfulness, pueden ayudarnos mucho).

  • No debemos malgastar nuestra energía centrándonos en nuestros problemas y en buscar culpables, sino que debemos focalizarnos en buscar soluciones. (Hacer más preguntas ligadas a la proactividad, para qué y no tanto por qué).

  • Debemos actuar de forma asertiva, expresar pero con control; mantener un tono de voz normal, evitar levantar la voz, expresarnos con calma, etc. puesto que así conseguiremos que la interacción con otras personas fluya correctamente y que los problemas o conflictos se solventen con normalidad, evitando que estos se agraven.

  • Aprender a modificar nuestras distorsiones cognitivas, es decir, aprender a modificar los pensamientos y sentimientos que nos invaden que no se ciñen a la realidad que nos rodea, aprendiendo así a relativizar nuestros problemas, a controlar mejor nuestros sentimientos y conductas.

Si últimamente te sientes irascible y tienes a menudo ataques de ira que te cuesta controlar, puedes solicitarnos más información o pedir cita aquí.





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