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¿Cómo afecta este diagnóstico en el estado anímico de la persona?

Sin duda, recibir un diagnóstico de cáncer puede suponer un shock para la persona y que su estado de ánimo se vea afectado. Se trata de un diagnóstico severo, que puede generar sentimientos de preocupación, ansiedad y tristeza en el paciente.

Se trata de una reacción bastante normal y lógica ante el diagnóstico, sin embargo, el siguiente paso sería aceptar dicha enfermedad y afrontarla con decisión, pero si no conseguimos salir de ese estado deprimido, este afrontamiento resulta mucho más dificultoso.

¿Cómo afecta el estado de ánimo positivo en la enfermedad?

No se da una relación directa entre un mejor estado de ánimo y la curación, sin embargo, si podemos decir que las personas que mantienen un estado de ánimo positivo consiguen afrontar mejor el diagnóstico y el tratamiento, con una mejor calidad de vida.

El estado de ánimo influye en la salud; y la salud en el estado de ánimo. Las personas que reciben un diagnóstico de cáncer sienten amenazada su forma de vida, su bienestar y libertad lo que altera su estado de ánimo, siendo la presencia de estado de ánimo alterado causa de la ejecución de conductas insanas o hábitos de vida poco saludables que pueden poner en riesgo su salud.

Por lo tanto, cuando decimos que el estado de ánimo influye en la salud estamos ante una realidad, se ha demostrado que la risa, por ejemplo, aumenta las defensas del cuerpo e incluso hay estudios que apuntan que puede ser un factor preventivo de enfermedades oncológicas. Sin embargo, una vez que se ha presentado la enfermedad, es faltar a la realidad si decimos que un buen estado de ánimo nos va a curar, pero no lo es decir, que vamos a sobrellevar mejor dicha enfermedad y que vamos a afrontarla de un modo más positivo y constructivo.

Y en cuánto a un estado de ánimo deprimido ¿Cómo afecta a la enfermedad?

Cuando la persona no es capaz de afrontar la situación, más allá del primer shock al darse el diagnóstico, vamos a encontrarnos con un estado decaído, desmotivado y frágil que difícilmente nos va a ayudar a enfrentarnos a los duros tratamientos que conlleva la enfermedad del cáncer.

Por otro lado, cuando una persona está deprimida, generalmente presenta hábitos de riesgo o toma decisiones poco acertadas debido a su visión negativa de la vida. Si esta situación la trasladamos a un enfermo de cáncer, podremos observar como estas personas no son capaces de llevar la iniciativa de su tratamiento, que las cuesta tomar buenas decisiones en lo que se refiere a su atención médica y que presentan graves problemas para afrontar los tratamientos.

Las personas con cáncer padecen un mayor riesgo de sufrir depresión dado el gran impacto de la enfermedad sobre sus vidas y el miedo que genera este diagnóstico. Algunos condicionantes o factores de riesgo que pueden aumentar la posibilidad de aparición de la depresión en estos enfermos son: un diagnóstico anterior de depresión o ansiedad, es decir, ser una persona predispuesta a estos males, presentar antecedentes familiares en depresión o ansiedad, la falta de apoyo familiar o de amigos en esos duros momentos así como atravesar por un momento de aprieto o dificultad económica.

La relación entre diagnóstico de cáncer y padecer una depresión suele ser muy estrecha, por ello, la American Society of Clinical Oncology (ASCO) recomienda hacer una detección de la depresión cuando se presenta el diagnóstico de cáncer, así como evaluaciones periódicas del estado de ánimo durante el tratamiento de dicha enfermedad y la propia recuperación.

¿Cuál sería la clave para sobrellevar este diagnóstico de la mejor forma posible?

Parece ser que lo marca la diferencia es el estilo de afrontamiento y de resolución de problemas de los enfermos de cáncer. En estos estilos de afrontamiento de situaciones adversas participan las propias particularidades endógenas de las personas así como otras características personales que se adquieren mediante el aprendizaje.

Por lo tanto, nuestro modo de ver la vida y de superar las situaciones adversas que se nos van planteando en nuestra vida pueden suponer una importante diferencia en el bienestar personal y en la aceptación del diagnóstico.Aceptar el diagnóstico de forma resignada, como una condena que nos quite las ganas de vivir tampoco nos va a ayudar en la curación pues en cierto modo, nos estamos dando por vencidos en el primer asalto.

De la misma forma, negar la realidad, rechazando el diagnóstico e ignorándolo es un factor claro de aceleración del desarrollo de la enfermedad.

Por el contrario, un factor muy positivo de cara a la curación de la enfermedad es otra posible actitud de negación: cuando alguien recibe el diagnóstico, lo acepta y se rebela contra él luchando. Estas personas afrontan la enfermedad con valentía y esperanza y eso es lo que no sólo les ayuda a no darse por vencidos en el camino a la curación, sino que también les enseña a superarse a sí mismos, a valorarse y a quererse, siendo al final, en cierto modo, una experiencia constructiva.

Se basa por tanto, no sólo en la aceptación de la propia enfermedad, sino también en las estrategias que vamos a tomar para afrontarla.Cuando una persona tiene la habilidad de sacarle provecho a experiencias dramáticas, haciendo una lectura positiva (lo que no quita que nos preocupemos y que tengamos nuestros momentos de tristeza), es más propensa a superar los obstáculos que se le presentan, que quienes viven enfocados en los aspectos negativos.

¿Cómo pueden los profesionales de la salud potenciar estas estrategias de afrontamiento en los pacientes?

Lo importante es ante el diagnóstico mandar un mensaje de apoyo y fuerza, transmitiendo una educación hacía la vida, más que una preparación hacía la muerte. Debemos estar atentos no sólo al proceso fisiológico de avance de la enfermedad, sino a otros síntomas de carácter emocional que nos puedan indicar que la persona que tenemos delante no se encuentra bien anímicamente y que además, esto pueda estar influyendo en sus decisiones sobre la enfermedad y su tratamiento. Sería importante derivar en esos casos a los pacientes a servicios mentales de salud.

“El éxito en la vida no está en vencer siempre, sino en no darse por vencido nunca”

Sin duda, recibir un diagnóstico de cáncer puede suponer un shock para la persona y que su estado de ánimo se vea afectado. Se trata de un diagnóstico severo, que puede generar sentimientos de preocupación, ansiedad y tristeza en el paciente. Se trata de una reacción bastante normal y lógica ante el diagnóstico, sin embargo, el siguiente paso sería aceptar dicha enfermedad y afrontarla con decisión, pero si no conseguimos salir de ese estado deprimido, este afrontamiento resulta mucho más dificultoso.

¿Cómo afecta el estado de ánimo positivo en la enfermedad?

No se da una relación directa entre un mejor estado de ánimo y la curación, sin embargo, si podemos decir que las personas que mantienen un estado de ánimo positivo consiguen afrontar mejor el diagnóstico y el tratamiento, con una mejor calidad de vida.

El estado de ánimo influye en la salud; y la salud en el estado de ánimo. Las personas que reciben un diagnóstico de cáncer sienten amenazada su forma de vida, su bienestar y libertad lo que altera su estado de ánimo, siendo la presencia de estado de ánimo alterado causa de la ejecución de conductas insanas o hábitos de vida poco saludables que pueden poner en riesgo su salud.

Por lo tanto, cuando decimos que el estado de ánimo influye en la salud estamos ante una realidad, se ha demostrado que la risa, por ejemplo, aumenta las defensas del cuerpo e incluso hay estudios que apuntan que puede ser un factor preventivo de enfermedades oncológicas. Sin embargo, una vez que se ha presentado la enfermedad, es faltar a la realidad si decimos que un buen estado de ánimo nos va a curar, pero no lo es decir, que vamos a sobrellevar mejor dicha enfermedad y que vamos a afrontarla de un modo más positivo y constructivo.

Y en cuánto a un estado de ánimo deprimido ¿Cómo afecta a la enfermedad?

Cuando la persona no es capaz de afrontar la situación, más allá del primer shock al darse el diagnóstico, vamos a encontrarnos con un estado decaído, desmotivado y frágil que difícilmente nos va a ayudar a enfrentarnos a los duros tratamientos que conlleva la enfermedad del cáncer.

Por otro lado, cuando una persona está deprimida, generalmente presenta hábitos de riesgo o toma decisiones poco acertadas debido a su visión negativa de la vida. Si esta situación la trasladamos a un enfermo de cáncer, podremos observar como estas personas no son capaces de llevar la iniciativa de su tratamiento, que las cuesta tomar buenas decisiones en lo que se refiere a su atención médica y que presentan graves problemas para afrontar los tratamientos.

Las personas con cáncer padecen un mayor riesgo de sufrir depresión dado el gran impacto de la enfermedad sobre sus vidas y el miedo que genera este diagnóstico. Algunos condicionantes o factores de riesgo que pueden aumentar la posibilidad de aparición de la depresión en estos enfermos son: un diagnóstico anterior de depresión o ansiedad, es decir, ser una persona predispuesta a estos males, presentar antecedentes familiares en depresión o ansiedad, la falta de apoyo familiar o de amigos en esos duros momentos así como atravesar por un momento de aprieto o dificultad económica.

La relación entre diagnóstico de cáncer y padecer una depresión suele ser muy estrecha, por ello, la American Society of Clinical Oncology (ASCO) recomienda hacer una detección de la depresión cuando se presenta el diagnóstico de cáncer, así como evaluaciones periódicas del estado de ánimo durante el tratamiento de dicha enfermedad y la propia recuperación.

¿Cuál sería la clave para sobrellevar este diagnóstico de la mejor forma posible?

Parece ser que lo marca la diferencia es el estilo de afrontamiento y de resolución de problemas de los enfermos de cáncer. En estos estilos de afrontamiento de situaciones adversas participan las propias particularidades endógenas de las personas así como otras características personales que se adquieren mediante el aprendizaje. Por lo tanto, nuestro modo de ver la vida y de superar las situaciones adversas que se nos van planteando en nuestra vida pueden suponer una importante diferencia en el bienestar personal y en la aceptación del diagnóstico.

Aceptar el diagnóstico de forma resignada, como una condena que nos quite las ganas de vivir tampoco nos va a ayudar en la curación pues en cierto modo, nos estamos dando por vencidos en el primer asalto. De la misma forma, negar la realidad, rechazando el diagnóstico e ignorándolo es un factor claro de aceleración del desarrollo de la enfermedad.

Por el contrario, un factor muy positivo de cara a la curación de la enfermedad es otra posible actitud de negación: cuando alguien recibe el diagnóstico, lo acepta y se rebela contra él luchando. Estas personas afrontan la enfermedad con valentía y esperanza y eso es lo que no sólo les ayuda a no darse por vencidos en el camino a la curación, sino que también les enseña a superarse a sí mismos, a valorarse y a quererse, siendo al final, en cierto modo, una experiencia constructiva.

Se basa por tanto, no sólo en la aceptación de la propia enfermedad, sino también en las estrategias que vamos a tomar para afrontarla.Cuando una persona tiene la habilidad de sacarle provecho a experiencias dramáticas, haciendo una lectura positiva (lo que no quita que nos preocupemos y que tengamos nuestros momentos de tristeza), es más propensa a superar los obstáculos que se le presentan, que quienes viven enfocados en los aspectos negativos.

¿Cómo pueden los profesionales de la salud potenciar estas estrategias de afrontamiento en los pacientes?Lo importante es ante el diagnóstico mandar un mensaje de apoyo y fuerza, transmitiendo una educación hacía la vida, más que una preparación hacía la muerte.

Debemos estar atentos no sólo al proceso fisiológico de avance de la enfermedad, sino a otros síntomas de carácter emocional que nos puedan indicar que la persona que tenemos delante no se encuentra bien anímicamente y que además, esto pueda estar influyendo en sus decisiones sobre la enfermedad y su tratamiento. Sería importante derivar en esos casos a los pacientes a servicios mentales de salud.

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