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Probablemente serás una de tantas personas que estás atravesando por momentos difíciles o tienes a tu alrededor a alguien que te preocupa, experimentando un torrente de sensaciones, sobre todo de ansiedad y miedo. Estas emociones básicas aparecen cuando sentimos que nos falta capacidad de control y de predicción.

A pesar de ser desagradables y molestas, son adaptativas, pues su función es la de hacernos reaccionar y escapar de lo que identificamos como peligroso. Son un mecanismo de supervivencia que nos refuerza e impulsa a confrontar amenazas y peligros reales, aunque en ocasiones nos moviliza también ante otro tipo de riesgos, que pueden no estar presentes, pero que igualmente los consideramos amenazantes.

Y aquí es donde aparece la ansiedad, un fenómeno psicológico que produce en nuestra mente una anticipación del peligro, un futuro ataque a nuestra integridad física o la de otros que nos importan, o a otros aspectos que nos preocupan como nuestro bienestar, imagen social, autoestima, logros, pérdidas, etc …

Pautas oficiales para el manejo de la crisis del coronavirus:

Desde los colegios profesionales de psicólogos en las distintas comunidades, se nos ofrecen pautas útiles para manejar este malestar en momentos de crisis como la que estamos inmersos:

  • Elegir fuentes fiables de información, como los canales oficiales del Ministerio de Sanidad.

  • Evitar la sobre-información, ya que esto podría aumentar la sensación de angustia. Reducir la exposición a los medios, a una o dos veces al día para conocer las últimas noticias o medidas oficiales.

  • Llevar a cabo las recomendaciones de prevención dadas por los expertos, no expandiendo bulos y alarmismos falsos que se divulgan indiscriminadamente en las redes.

Consejos psicológicos para gestionar la ansiedad en tiempos de crisis:

Además de estas pautas, los psicólogos utilizamos diversas herramientas para manejar los síntomas de ansiedad cuando aparecen de forma intensa e incontrolable en las personas, agravados por la ocurrencia de acontecimientos vitales estresantes o inesperados. Actualmente la Terapia cognitivo conductual está reconocida como la más eficaz para este cuadro de trastornos. Aunque también se puede tratar bajo otros enfoques terapéuticos según los casos.

Sea cual fuere el abordaje terapéutico, es muy importante desde el principio que la persona tenga un conocimiento adecuado de los mecanismos de funcionamiento de su ansiedad: por qué ocurre, qué síntomas presenta, qué comportamientos son adaptativos y cuáles contribuyen al mantenimiento y gravedad del problema. Es lo que llamamos Psicoeducación. Así la persona puede comprender lo que está pasando y empezar a poner en marcha los cambios que le permitan encontrarse mejor.

En situaciones inesperadas de gran impacto psicológico: traumas, catástrofes, accidentes, emergencias, como las que se están sufriendo en muchos hogares estos días, los niveles tan altos de ansiedad puede desestabilizarnos y hacernos perder el control.

Podemos manifestar síntomas como: taquicardia, sudoración, temblores, sensación de ahogo, insomnio, sensación de irrealidad, miedo a volverse loco o a morir, etc… es lo que se conoce como “crisis de pánico o de angustia”. La sensación es tan desagradable y alarmante que creemos que nos está pasando algo muy grave, que se nos va a parar el corazón o cosas así. Sin embargo, estos síntomas no son peligrosos, sólo obedecen a respuestas del organismo que ante una señal de alarma se activa y prepara para defenderse del peligro.

Muchas personas que pasan por esta experiencia cogen tanto miedo a que vuelva a repetirse, que comienzan a comportarse de forma diferente, sobre todo con el fin de evitar cualquier situación que provoque de nuevo esa crisis. Así es como la ansiedad puede evolucionar a estados más complicados y difíciles de manejar llegando incluso a convertirse en crónicos.

El miedo paraliza y pueden aparecen conductas inapropiadas como: negación, conductas de evasión irresponsables, abandono de estudios y obligaciones laborales y familiares, evitación de las relaciones sociales, refugiarse en adicciones como alcohol, drogas, juego patológico, atracones, no salir de la habitación, reacciones agresivas, etc…

Es esencial estar atentos a cualquier cambio de comportamiento que se prolongue en el tiempo, y ponernos en manos de especialistas para que el trauma no se cronifique ni queden secuelas.

Saber que en cualquier caso, lo mejor es volver a nuestras rutinas lo antes posible pero de forma paulatina, sin sentirnos culpables, ajustando el ritmo de adaptación a nuestras fuerzas. Cuidarnos y regularizar nuestros hábitos de vida saludables.

Por último, el psicólogo trabajará también los pensamientos intrusivos, la tendencia a anticipar, magnificar, rumiaciones, culpabilidad, autoestima, catastrofismo, victimización, flashbacks, etc… y otros trastornos asociados que puedan presentarse como depresión, TOC, TEPT, fobias

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Susana Manzaneque, psicóloga en prácticas del MGPS.













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