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El duelo ocurre o se inicia inmediatamente después, o en los meses siguientes a la muerte de un ser querido u otra pérdida y está limitado a un período de tiempo que varía de persona de una persona a otra.

¿Qué es el duelo?

El duelo es ese proceso adaptativo que seguimos cuando estamos intentando dejar algo. Es un proceso bioquímico, no es fácil controlar el sistema límbico que es el sistema que regula nuestras emociones.

El trabajo de duelo es un proceso psicológico complejo de deshacer los lazos contraídos y enfrentarse al dolor de la pérdida. Con la pérdida, tu vida se rompe como un puzzle, y hay que saber rearmarlo,y saber cómo hacerlo.

Sin duda es un proceso complicado para cualquier persona y en el que algunas personas encuentran más dificultades de afrontamiento que otras. Esto depende de muchos factores siendo el principal, el significado que le das a esa pérdida.

Es un proceso que tenemos que pasar y es sano experimentarlo. No se trata de no vivirlo, sino de ir dejando atrás poco a poco la sensación de pérdida de alguien a quien hemos disfrutado, amado, y a sensación de vacío que queda pues esta persona ha formado parte de nuestro entorno vital y ahora no está.

Es una situación que no querríamos vivir, pero que tenemos que experimentarlo y vivenciarlo desde el crecimiento personal y el aprendizaje. Cualquier drama o dolor que hemos superado y afrontado en otros momentos, ha generado en nosotros un desarrollo personal. Podemos sentir ira, rabia o frustración, pero al final nos está haciendo más fuerte. En cada crisis hay una oportunidad.

Fases o etapas del duelo

Pese a haber debate con respecto a este tema, algunos expertos hablan de unas etapas que experimentamos normalmente durante un proceso de duelo, en este caso, la psiquiatra suizo-estadounidense Elisabeth Kübler-Ross, definió distintas etapas en 1969:

  • Una primera fase de perplejidad, shock, negación, pues no nos lo acabamos de creer lo que ha pasado.

  • Pasamos por una fase que puede sorprendernos, que es la de Ira, contra esa persona por haberse ido o se buscan responsables de esa muerte.

  • En otra etapa valoramos lo que que podríamos haber hecho para haber evitado el resultado final, culpa.

  • También pasamos a sentir una gran tristeza, sensación de pérdida, de melancolía.

  • Y la final llega la aceptación. En esta fase no quiere decir que no estemos tristes, sino que poco a poco , nos vamos incorporando a lo que es nuestra vida habitual.

Especificar que estas fases no se tienen que dar por orden, o que se tenga que pasar por todas de una manera definida, podemos incluso no acordarnos de haberlas pasado, pero sí que vienen a definir el proceso por el que vamos a pasar, pues es un proceso natural. O incluso, otros expertos afirman que no existen etapas en el duelo y que cada persona experimenta el duelo de una forma distinta.

En cualquier caso, en este proceso, lo que vemos es una situación que parece no tener salida, si bien después vamos avanzando en el camino, en el de la superación y en el que nos lleva a aprender a vivir en una nueva realidad, con un nuevo contexto vital. Aquí es cuando comenzamos a aceptar la realidad de esa pérdida, hablamos de ello y lo compartimos.

Algunos consejos para la elaboración del duelo.

En este camino puede ser que estamos conectados con nuestro interior, la soledad nos hace tener conciencia de esta nueva realidad, y un duelo nos obliga a mirarnos. Es único e individual, y para cada uno, el dolor que sufre es el mayor. Cada persona tiene una manera diferente de afrontar el duelo, si que es preciso pasarlo y cada persona utiliza unas estrategias distintas para elaborarlo. La única regla es que entiendas que es un proceso, que lleva un tiempo y que lo has de pasar.

Sí que existirían problemas si la persona piensa que va a quedarse así para siempre, hay que trabajar en mantener la visión de que hay salida y si podemos vivir sin la persona que se ha ido.

Permítete llorar, tener rabia, pero lo importante es no ponernos tiempos, e ir visualizando la salida a la situación.

Es difícil que alguien entienda tu propio ritmo. Haz tu propio proceso personal. Permítete sufrir lo que tengas que sufrir. Date tu propio tiempo y reserva para ti tus propios espacios.

Cuando tengas fuerzas, es importante que te comprometas con alguna cosas, con algo que te merezca la pena, que te importe, algo que tire de ti y te motive. Recuerda también otros momentos o situaciones que anteriormente, con el trabajo y el esfuerzo has superado.

También cuida lo que no es proceso de duelo. La tristeza, la melancolía son propias del proceso del duelo, pero no lo es el acudir a nuestras adicciones. Se puede caer en un proceso de ansiedad muy severo, nos puede pasar, pero no es parte del proceso de duelo. Si nos pasa, hay que buscar la ayuda en un profesional de la psicología. Por tanto no permitas que se exacerben conductas negativas anexas que no te ayudan, sino que vienen a empeorar la situación.

Busca un interlocutor válido, una persona que te entienda, con quien te sientas arropado, alguien que te haga de espejo.

Por el contrario, si queremos acompañar a una persona que está pasando por un proceso de duelo, para acompañarle, hay que acompasarse. Quien mejor acompaña es quien no tiene una expectativa previa: quien se vincula, pero con una distancia flexible, quien le permite a la persona sus espacios y respeta sus decisiones: si tira de mí estoy con ella, si no me necesita la dejo.

No obstante, “no es fuerte el que no necesita ayuda, sino el que tiene el valor de pedirla cuando la necesita”. Por tanto, si en algún momento, te sientes mal, puedes solicitar nuestra ayuda aquí cuando lo necesites. O también puedes escribir a continuación si alguna vez has utilizado una estrategia distinta para elaborar el duelo de las que hemos comentado.

 
 
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