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Hoy 11/11/11, en Toledo a las 9h de la mañana, al salir a la calle “qué calor!!” me sobraba el abrigo y he pensado “esto es el cambio climático, no tiene que ser bueno…”¿Por qué tenemos tanto miedo al cambio? Nos horroriza cambiar de casa, cambiar de trabajo, cambiar los ingredientes de las recetas que solemos utilizar,… hasta cambiar de bolígrafo. Nos da miedo cambiar a la vez que deseamos hacerlo, que incongruencia, no?

Diariamente en VOLMAE vemos el deseo de cambio, la gente quiere cambiar su estado de ánimo, una característica de personalidad, algún aspecto de su vida, queremos dejar de sentirnos nerviosos, angustiados, tristes,… pero cuando se fija un cambio… aparece una gran resistencia, resistencia promovida por el miedo, el miedo a lo desconocido y preferimos mantener las cosas como están. Y pienso, ¿Por qué nos preocupamos tanto por mantener las cosas como están? Pero… a la vez ¿por qué no aceptamos las cosas como son? Qué incongruencia! Aclaremonos! ¿queremos cambiar o no? Los seres humanos, no se si el resto de especies, somos demasiado complejos, necesitamos tener la sensación de control y la ausencia de cambio permite de alguna manera que percibamos dicha sensación, a la vez hay cosas de nosotros/as mismos o de nuestro entorno que no nos gusta y desearíamos con todas nuestras fuerzas cambiarlo, pero cambiar implica un riesgo, un riesgo en el que el resultado no es seguro, un riesgo que nos da miedo y de ahí esa resistencia a cambiar.

Pues bien, vuelvo ahora al “gran cambio climático”. La Tierra desde el mismo momento en el que se formó, hace millones y millones de años, ha estado en constante cambio, ha variado el clima, el material y las especies miles de veces. Gracias a esos cambios conocemos el mundo tal cual es hoy, y si esos cambios han sido constantes y beneficiosos, ¿por qué nos preocupa ahora esos cambios?

No hay que irse tan lejos, como ya apuntaba, si miramos la historia del ser humano, la historias de las especies y más concretamente nuestra historia personal, veremos que se caracterizan por el cambio continuo, y eso es justamente lo que no cambiará nunca, que las cosas siempre cambian. La constancia está en el propio cambio.

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