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El trastorno bipolar, o depresión maníaca, se caracteriza por estados de ánimo cambiantes entre dos polos opuestos, alternándose períodos maníacos (excesiva euforia) y depresivos. Según los síntomas, la enfermedad se clasifica como bipolar I, bipolar II y trastorno ciclotímico.
Para la manía, el paciente debe haber tenido un comportamiento que le haya causado problemas significativos sociales o laborales, y los síntomas deben haber durado al menos una semana, o haber causado una hospitalización. Para la ayuda del diagnóstico de la fase maníaca, algunos profesionales de la salud mental utilizan el acrónimo DIGFAVI (Distracción, Insomnio, Grandiosidad, Fuga de Ideas, Actividad, Verborrea, Inconsciencia). En concreto, los síntomas son:
D.-Distracción. Es el síntoma más frecuente. La persona se distrae fácilmente cuando se confronta con estímulos poco importantes o irrelevantes, e incapacidad para concentrarse en tareas durante un largo periodo de tiempo.
I.-Insomnio. Un estado de ninguna necesidad de sueño y de sentimientos de energía (más que desear el sueño y ser incapaz de conciliarlo, es un sentimiento de depresión acerca de la idea de sueño).
G.-Grandiosidad. En una forma leve, aumento de autoconfianza desproporcionada a la capacidad de la persona; en casos extremos, ideas delirantes acerca de uno mismo, incluyendo las ideas heroicas o de endiosamiento.
F.- Fuga o volatilidad de las ideas, o pensamientos rápidos.
A.- Actividad. Aumento de la intensidad de las actividades dirigidas a un fin relacionado con el comportamiento social, la actividad sexual, el trabajo, el colegio o combinaciones de varios.
V.- Verborrea. Hablar demasiado.
I.- Inconsciencia. Exceso de implicación en actividades de alto riesgo (por ejemplo, comprar sin control, promiscuidad). Alteración del ánimo lo bastante grave como para dañar la propia situación laboral o el funcionamiento social o las relaciones con los demás, o que requieren hospitalización para prevenir el daño infringido a los demás o a uno mismo.

¿Cómo tratar un trastorno bipolar?

Para el tratamiento de los episodios maníacos los pacientes suelen necesitar hospitalización en los ataques maníacos agudos. Esta necesidad depende de una serie de factores, como el riesgo de suicidio o de dañar a otras personas, y del apoyo social y emocional disponible en casa. Una vez que el paciente está sufriendo un ataque maníaco severo, se debe proceder a medicarle con litio o valproato sódico.

Para el tratamiento para los episodios depresivos se suele recomendar una combinación de psicoterapia y medicación. Algunos profesionales creen que alrededor de la mitad de los pacientes con episodios depresivos responden al litio en pequeñas dosis.

A nivel psicológico, es recomendable la terapia individual y familiar para la aceptación y manejo de la enfermedad.

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