Llevamos mucho tiempo con restricciones debido a la pandemia del coronavirus en la que no podemos ver, abrazar, besar… a nuestros seres queridos y/o quedar con nuestros amigos o salir tanto como nos gustaría y esto nos afecta a nivel físico, emocional y social pudiendo producir fatiga por confinamiento.
¿QUÉ ES LA FATIGA POR CONFINAMIENTO?
La fatiga por confinamiento es un conjunto de síntomas relacionados con el estilo de vida al que estamos sometidos actualmente por un confinamiento parcial o total prolongado en el tiempo.
CAUSAS
Las principales causas de este fenómeno psicológico es la pérdida de contacto social, la falta de estímulos provocando monotonía en el día a día y la escasez de actividad física. Se han producido ruptura de las cadenas conductuales, esto es, se ha dejado de ver a vecinos y amigos, de pasear por el barrio y comprar a diario, se han visto establecimientos cerrados, se han visto limitados los abrazos y besos a nuestros seres queridos… y sobre todo ha sido más duro para las personas que se manejan poco con las nuevas tecnologías. Además, las restricciones de movilidad no solo ha reducido el contacto social sino que se han visto mermadas las actividades agradables, el ejercicios físico, etc. facilitando la percepción de que “todos los días son iguales”.
SÍNTOMAS
El cansancio o fatiga por confinamiento está asociada con los síntomas prolongados de estrés, ansiedad, depresión, el exceso o la falta de tareas y/o el exceso o la falta de recursos y las limitaciones o restricciones por movilidad. Este tipo de fatiga se puede caracterizar por:
-
Pérdida de energía.
-
Desmotivación.
-
Apatía (no tener ganas de hacer nada).
-
Dificultad para mantener la atención y la concentración, lo que conlleva un bajo rendimiento laboral y/o en el día en general.
-
Dolores de cabeza.
-
Dolores musculares.
-
Irritabilidad.
-
Sentimiento de soledad.
Pudiendo derivar estos síntomas en:
-
Trastornos de ansiedad.
-
Trastornos del estado de ánimo.
-
Síndrome de Burnout o de “estar quemado”.
QUÉ HACER PARA COMBATIRLA
-
Buscar momentos para uno mismo en la medida de lo posible. Dedicar todo el tiempo a cuidar a los hijos o a familiares o al trabajo, hace que aumente el estrés. Aumentará tu bienestar, si dedicas al menos 30 minutos al día para ti.
-
Hacer actividades que nos agraden o nos entretengan. Ejemplo: cuidar las plantas, pasar por debajo del balcón de un amigo y saludarle, …
-
Hacer más ejercicio físico: salir más a menudo a pasear, o cambiar de deporte si el que realizábamos ya no se puede desarrollar, por ejemplo si ahora no se puede ir a la piscina, ir a correr o con la bicicleta.
-
Hacer más videollamadas o llamadas telefónicas con tus amigos o tus seres queridos.
-
Darte autoinstrucciones, es decir, instrucciones a uno mismo antes, durante o después de realizar una acción que te has planteado ejecutar, por ejemplo, decirte a ti mismo “cada vez queda menos para que esta situación mejore”.
-
Centrarnos en el momento presente, y fijarnos en los pequeños detalles que nos hacen sentir bien.
Si tienes dificultades para poner en marcha alguna de las acciones para fomentar el bienestar, también puedes contactar con nuestros profesionales.