La llegada de un hijo o una hija es una alegría para toda la familia, padres, abuelas y abuelos, tíos y tías, etc… pero el sentimiento cambia cuando nos comunican que nuestro hijo o hija ha nacido con una discapacidad, ya sea congénita o producida durante el parto (por ejemplo, no hace tantos años la mayoría de las discapacidades por daño cerebral se producían durante el parto por el uso de los fórceps).
Pasaremos por diferentes fases, las conocidas como fases del duelo
- NEGACIÓN Y AISLAMIENTO: esta fase nos permite mitigar el dolor. No queremos aceptar lo que nos ha ocurrido. Es un mecanismo de defensa de nuestro cuerpo. Si negamos la evidencia, parece que realmente no está pasando.
- IRA: surgen los “por qué”. ¿Por qué a mi? ¿Por qué si yo lo he hecho todo bien? ¿Por qué me ha tocado a mi si soy una persona buena? Nos enfadamos, maldecimos y lo pagamos con quien menos culpa tiene, intentando buscar a un o una culpable de lo ocurrido.
- PACTO O NEGOCIACIÓN: Ante la dificultad para afrontar la realidad, tenemos un hijo o hija con una discapacidad, más el enfado con tu familia, tu pareja y a veces hasta con Dios, intentamos llegar a un acuerdo o un pacto para superar el trauma.
- DEPRESIÓN: ya somos conscientes que no podemos solucionar el problema. En esta fase aparece la tristeza, la perdida de peso, la incomunicación, anhedonia, etc.
- ACEPTACIÓN: es la última etapa y no por ello la mas fácil. Tras superar las demás, tenemos que afrontar una nueva situación, con esperanza y con ayuda para sobrellevar todo el trabajo que nos queda por delante
Hay veces que como personas no somos capaces de pasar por todas las etapas, incluso puede que nos estanquemos en alguna de ella, con las consecuencias psicológicas negativas que conlleva, para ello el pedir ayuda es la mejor opción. Nosotros podemos ayudarte.
Después solo nos queda tener la máxima información posible sobre la enfermedad o discapacidad de nuestra hija o hijo e iniciar un camino de rehabilitación física, psicológica y social. Es muy importante que exista una buena comunicación entre familiares y profesionales para poder trabajar todos en la misma linea del tratamiento.
El resultado es mucho mas positivo de lo que nos parece a priori, estos niños y niñas pueden llevar una vida normalizada e integrada en la sociedad, pero es importantísimo empezar con los tratamientos rehabilitadores lo antes posible.
Todo mi apoyo y mi admiración para las familias y profesionales que dedican su vida al cuidado de estas niñas y niños tan especiales.