Si un niño tiene dificultades para conciliar el sueño, tarda muchísimo o bien se despierta a una hora en medio de la noche y no puede dormirse es que tiene problemas de insomnio. Si ha ello se une el hecho de tener otros problemas como familiares o escolares el problema puede agravarse.
¿QUÉ ES EL INSOMNIO?
El síntoma predominante en el insomnio es la dificultad para iniciar o mantener el sueño o la falta de sueño reparador, es decir, dormimos en cantidad, pero no tenemos la sensación de que hayamos descansado.
La alteración se debe presentar al menos tres veces a la semana durante un mes y ser lo suficientemente grave para provocar en el niño cansancio, irritabilidad o deterioro en la actividad diurna.
Debemos diferenciar tres tipos de modalidades dependiendo de la forma en que se presente el insomnio:
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Insomnio inicial: Cuando se tiene la dificultad para conciliar el sueño.
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Insomnio intermedio: Si la dificultad está relacionada con el hecho de despertarse con frecuencia y no resulta fácil volver a dormirse.
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Insomnio terminal: Cuando se despierta muy pronto por la mañana y tiene dificultades para volver a conciliar el sueño.
Siguiendo a Bootzin y Nicaso (1978) podemos considerar una serie de factores que podrían ser la base del insomnio o que correlacionan con este trastorno. Entre estos destacan:
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Existencia de un desorden físico que les produce un malestar como una úlcera gastroduodenal o un trastorno en el Sistema Central Nervioso.
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Por la ingestión de drogas: cacao, colas o cualquier otro producto que contenga excitantes.
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Por la ingestíón de medicamentos que pueda tener efectos colaterales negativos respecto a la facilidad para conciliar el sueño.
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Por estrés y trastornos emocionales. Si bien en determinados casos como una depresión va acompañada de insomnio, es difícil de terminar si el insomnio está causado por una depresión o si aquél está influido por ésta.
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Hábitos de sueño inadecuados (dormir hasta tarde por las mañana, o dormir a lo largo del día cuando la persona tiene sueño).
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En la cama, a la hora de dormir, llevar a cabo actividades incompatibles con el sueño: Leer, ver la televisión, jugar con videojuegos.
¿CÓMO LO TRABAJAMOS?
En nuestra intervención partimos de un primer grupo de técnicas formado por las distintas estrategias de entrenamiento en relajación, dado que si una persona aprende a relajarse en el momento en que va a dormir, tendrá más posibilidades de dormirse rápido.
Otra estrategia es la del control de estímulos, intentando lograr que la cama y la habitación se conviertan en estímulos discriminatorios que eliciten el inicio del sueño.