Aunque no se entiende en ocasiones la importancia de las motivaciones para la adopción, éstas encierran en muchas ocasiones una serie de conflictos personales y familiares que pueden determinar la evolución y viabilidad del proyecto adoptivo.
En la mayoría de las ocasiones, y aunque la tendencia está cambiando levemente, la adopción internacional se convierte en el último recurso para la paternidad/maternidad en aquellas familias que no han podido tener hijos biológicos. Así, nos encontramos con que, actualmente, alrededor del 80% de las familias adoptivas son familias con dificultades de fertilidad, que frecuentemente han estado durante años intentando tener hijos biológicos a través de métodos de fecundación asistida. Por otra parte también nos encontramos con familias que, aun teniendo hijos biológicos y por diversas circunstancias, ante la perspectiva de ampliar la familia se encuentran con una infertilidad sobrevenida.
Por tanto, la adopción arranca, en la mayoría de las ocasiones, de una frustración: la imposibilidad de tener hijos biológicos. Este hecho es cierto también en las familias monoparentales e incluso en muchas de las parejas con hijos biológicos. Este hecho hace que en ocasiones las familias presenten un estado psicológico asociado a la paternidad/maternidad que puede dificultar su desempeño posterior en la relación con el hijo adoptado.
Esta frustración implica una pérdida, la del hijo no logrado, la meta no alcanzada, y, por tanto, requiere también de un proceso de duelo por esta pérdida. La adopción no puede significar una huida “hacia delante”, buscando que el hijo adoptivo nos ayude a superar la pérdida del hijo biológico no tenido.
Esta adopción “necesitada”, como refería en el año 2007 la Consejera de Acción Social de Catalunya, Carme Capdevila, implica una necesidad clara: la reflexión previa. La adopción, en la mayoría de las ocasiones, no es un proyecto de vida previo a la infertilidad y, por tanto, no puede enlazarse de forma natural y sencilla, sino que precisa de su propio lugar y su propio espacio. Es un error pensar que la idea de tener hijos biológicos se continua de forma normalizada a través de la adopción, ya que este proceso, el adoptivo, implica unas especificidades que es necesario asumir antes de embarcarse. De esta forma, nos encontramos con familias que, sin haber manejado adecuadamente las pérdidas, afrontan la adopción desde un punto de vista distorsionado, el cual supone un riesgo para dicho proyecto.