Un día mientras se tomaban unas cañas en el bar, dos granjeros alardeaban de los huevos tan buenos que ponían sus gallinas y de la raza tan buena que cada uno tenía. El granjero gruñón hablaba de los muchos que ponían y las excelencias de sus cualidades. El granjero feliz, le iba a la par. El camarero les retó a un concurso. Con 100 gallinas cada uno, ver quien obtenía más huevos en un mes y de mejor calidad. Reto aceptado.
El granjero gruñón fue y seleccionó sus mejores 100 gallinas. El granjero feliz, juntó a sus gallinas y les contó lo del desafío y les preguntó quien quería participar, a lo que se ofrecieron muchas. Los primeros días, la cosa iba muy igualada, incluso el granjero gruñón comenzó a adelantarse y tener más huevos.
Ante esto, el granjero feliz reaccionó poniendo un mejor pienso para las gallinas. Las gallinas comenzaron a poner más huevos y adelantaron a las del granjero gruñón. Al enterarse de esto, el granjero gruñón fue a sus gallinas y las amenazó con hacerlas en caldo si no adelantaban a las del granjero feliz. Y la respuesta fue inmediata, las gallinas del granjero gruñón, asustadas, aceleraron la puesta de huevos y se pusieron de nuevo en cabeza.
El granjero feliz, les dijo a sus gallinas cómo podían aumentar la producción. Éstas, se implicaron y propusieron un plan de mejora en las condiciones ambientales y se comprometieron a hacerlo lo mejor que pudieran. La producción se acercaba a la de las gallinas del granjero gruñón.
El granjero gruñón todavía estaba por delante, aunque había tenido alguna baja en las gallinas y veía peligrar su ventaja. Decidió presionar un poco más he hizo turnos de puesta de menos de 24 horas. La producción subió y cobró más ventaja.
El granjero feliz, puso en conocimiento de sus gallinas la ventaja que llevaba el granjero gruñón, pero lejos de presionar más, les hizo saber la confianza que tenía en ellas, les agradeció el esfuerzo y las animó para que continuasen con el trabajo bien hecho.
El granjero feliz mantenía su producción. Sin saber por qué, el granjero gruñón comenzó a tener más gallinas enfermas, él pensaba que algunas se lo hacían… pero lo cierto es que su producción comenzó a caer. Volvió con las amenazas y para dar escarmiento, una de las enfermas pasó al puchero. Sus gallinas tuvieron un repunte en la producción, pero fue muy corto y volvió a caer en picado. Además la cáscara de los huevos era muy fina y muchos se rompían.
Por contra, la producción del granjero feliz, se mantenía a niveles bastante altos. Las gallinas estaban contentas y salvo algún repunte hacia abajo, se distanciaban cada vez mas de las gallinas del granjero gruñón. Éste sin embargo, cada día estaba más gruñón, cada día más enfadado y cada día les daba más broncas a sus gallinas, que enfermaban y ponían peores y menos huevos.
Al final del mes, el triunfo del granjero feliz era claro. El granjero gruñón se quejaba de lo malas que eran sus gallinas, que las iba a cambiar por unas de la raza del granjero feliz… y que además había tenido muy mala suerte, que le había entrado una enfermedad en el granjero que había acabado con gran parte de las que eran sus mejores gallinas…
¿Y tú, sabes qué hacer para que tus empleados o empleadas pongan más huevos?
Muy ilustrador. Solo con leerlo me siento más feliz.