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La pornografía representa explícitamente el acto sexual y, aunque su consumo es en una mayoría de veces un mero entretenimiento, otras veces puede derivar en una adicción, como nos indica la psicología.

Su visionado produce una descarga de dopamina, un neurotransmisor que se libera en nuestro cerebro y hace que sintamos placer, lo que nos lleva a repetir la conducta al tener la necesidad de sentir esta estimulación. Si entendemos que ello puede tener una repercusión importante a nivel psicológico y social, podemos citar varios ejemplos: insatisfacción sexual, infidelidad, pérdida de autoestima y distorsión del acto sexual. Esto se debe a que el contenido a menudo puede mostrar violencia sexual o deshumanización de sus practicantes, lo que lleva a engaño con los componentes emocionales y/o afectivos que rodean al acto.

En nuestro país, podemos decir que la educación sexual tiene mucho recorrido por hacer debido a que hay un acceso a la pornografía en la niñez cada vez mayor, lo que acrecienta la probabilidad de que estos contenidos se conviertan en su única fuente de información sobre el tema y, a su vez, alerta a las prácticas de riesgo o desigualdad de géneros debido a que, por lo expuesto, están muy presentes en estos contenidos.

Chicos de 14 a 18 años.

Chicas de 14 a 18 años.

El 87.5 % ha visto alguna vez pornografía.

El 38.9 % ha visto alguna vez pornografía.

El 59.6 % ha consumido porno hace 30 días.

El 40.4 % ha consumido porno hace 30 días.

El 51 % afirma que la pornografía ha influido en sus relaciones.

El 54 % utiliza preservativo u otro método anticonceptivo.

Fuente: ‘(Des)información sexual: pornografía y adolescencia’. Save the Children

Aunque la edad media del inicio del consumo de pornografía se sitúa a los 14 años en el caso de varones y 16 en mujeres, los estudios ya rebajan la cifra a los 8 años. Esto implica que, teniendo la pornografía como su principal referente, sus contenidos pueden reproducirse en la idea de “qué es o debería ser el sexo”. Esto conlleva la necesidad de educar en la capacidad crítica para distinguir qué parte es ficción y qué otra parte es realidad.

La interpretación constructiva de la sexualidad nos permitiría revertir el vínculo en la conexión (advertida según estudios) entre el consumo de material pornográfico y la violencia de género, ya que la realidad nos confirma que muchas agresiones sexuales son cometidas por personas consumidoras de pornografía (haciendo latente la asociación entre violencia y excitación sexual, uno de los contenidos presentes en materiales de este tipo).

Aclárese que en todo momento nos referimos al consumo de pornografía como el desencadenante de estos efectos y consecuencias, lo que significa que este tipo de material también podría ser beneficioso para muchas personas, por ejemplo: proporcionar ideas con respecto a formas de disfrutar la sexualidad de manera conjunta e individual, ayudar a reconocer el propio cuerpo (como en el aspecto de la masturbación) y como herramienta para expresar deseos y/o fantasías que de otra manera no serían expresadas.

En nuestro gabinete grupoVOLMAE hemos desarrollado con éxito algunos programas: asesorías psicosexuales, “SÍ AL AMOR Y AL RESPETO”, relaciones sanas desde la adolescencia basadas en la igualdad, prevención de la violencia en la adolescencia y en el noviazgo, y prevención de conductas de riesgo y embarazos.

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