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En muchas ocasiones vemos u observamos el suicidio como un punto final, como un punto de no retorno, al que llegamos porque no somos capaces de ver otras otras opciones, o simplemente porque sentimos un nivel de angustia elevado.

La psicología positiva nos lleva a la concepción de la búsqueda de la felicidad. Esta premisa nos llevaría a apreciar las conductas autolíticas como la pérdida total de la esperanza y la negación total de la posibilidad de encontrar felicidad.

Las personas en muchas ocasiones, pensamos que las realidades que nos rodean son como las percibimos pero es importante resaltar, que cuando tenemos un estado emocional alterado, solemos percibir la realidad de forma diferente, alterada, de tal forma que si estamos con un estado emocional negativo, interpretamos las realidades de forma sesgada. Por poner un ejemplo, si tenemos un problema de ansiedad solemos evaluar nuestra realidad de forma catastrófica, pensando que el resultado de la situación que tememos que pase, se desarrollará de la peor forma posible.

Es importante resaltar que cuando sufrimos un trastorno psicológico, nuestro sistema emocional está alterado y por tanto, solemos ver las cosas que nos rodean de forma equivocada. Este tipo de errores perceptivos nos pueden llevar a pensar de forma equivocada, que no hay opciones y podemos comenzar a valorar que no podemos con nuestra vida y por tanto que no deberíamos estar en este mundo.

El psicólogo Albert Ellis enunció el concepto de distorsiones cognitivas. Éstas no son más que errores de pensamiento, es decir, cuando razonamos de forma sesgada. Por hacer una comparativa, es como si tuviéramos un fallo de programación en un programa informático y por tanto, al meter una serie de datos nos saliera un resultado erróneo, aunque los datos fueran los correctos. Este tipo de errores de pensamiento en conjunto con una percepción errónea de nuestra realidad, pueden llevarnos a evaluar de forma fallida.

El psicólogo Aaron T. Beck define la depresión como “una visión negativa de la persona, su entorno y su futuro”, lo que denominó la triada negativa o triada de Beck. Esto nos lleva a validar ese tipo de errores de percepción a los que antes nos referíamos.

Teniendo len cuenta os dos elementos (errores al percibir y errores de pensamiento) que destacamos antes, podemos comprender, usando la empatía, como una persona puede llegar a pensar en quitarse la vida.

Una paciente que tuve hace tiempo, tras un accidente de tráfico, acabó con una serie de lesiones en la columna vertebral que le impedían hacer su vida como la hizo hasta ese momento.

Le gustaba bailar, hacer deporte y se acababa de titular en una especialidad que le implicaba tener un trabajo físico y en ese momento trabajaba en hostelería. Ante esta situación, la paciente veía que ya no era la de antes y veía que no servía para nada (el error perceptivo, era que ya no podía hacer lo de antes, pero por supuesto podía hacer muchas cosas diferentes), además su razonamiento también iba destinado a pensar, que si no podía salir y bailar y por tanto no podría divertirse y sería mucho más impopular y por tanto le costaría tener relaciones de pareja. Es obvio que ni funcionaba la percepción de la realidad ni el razonamiento era el correcto, pues obviaba la mayor parte de los elementos de la realidad. Creo que bailar o no bailar no es el único elemento que nos condiciona a la hora de conocer gente.

Estas argumentaciones y esta distorsión de la realidad le llevó a pensar que no quería vivir, que no merecía la pena.

A través de terapia descubrimos los pensamientos erróneos y comenzamos a sondear nuevos aspectos de la vida, además buscamos objetivos adecuados a ella pero nuevos, aspectos que si no hubiera sido por el accidente no hubiera encontrado. Esto le llevó a conocer a otras personas y a conocer a una persona que se convirtió con el tiempo en su pareja.

La paciente dejó la terapia porque comprendió que hay muchas formas de ser felices y que además entendió que muchas de las veces nos equivocamos al evaluar los distintos aspectos de nuestra vida.

Esto no quiere decir que fuera fácil, pero siendo persistente y luchando lo pudo conseguir.

Los psicólogos a la hora de diagnosticar sabemos que un trastorno es más agudo cuando unos de los síntomas es la idea de suicidio, o como denominamos, ideas autolíticas.

La psicología positiva nos enseña a buscar el camino, a mirar las cosas como son, no como las vemos y a disfrutar de lo que hay y podemos hacer, no de aquello que no podemos hacer ni podemos tener. La felicidad se encuentra en disfrutar de aquello que tenemos y de ponernos objetivos, en base a lo que podemos y queremos conseguir.

El suicidio en muchas ocasiones se da, como hemos visto, por la desesperación en cuanto a los errores que cometemos a la hora de ver la realidad de forma sesgada y a través de razonamientos erróneos. En víctimas de malos tratos, de acoso, de pérdidas de personas importantes, de problemas económicos, de situaciones que a priori parecen irresolubles solemos pensar de forma sesgada y nosotros mismos somos lo que nos cerramos puertas, pero normalmente no somos conscientes de ello. Estas situaciones nunca son definitivas, siempre hay una puerta o por lo menos una ventana por la que escapar.

La única realidad que no puede cambiarse ni resolverse, es la muerte.

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