No hablamos de menores con maldad que no obedecen a nadie ni respentan nada, podemos estar ante un Trastorno negativista desafiante (TOD – Oppositional Defiand Disorder), uno de los trastornos más frecuentes en la preadolescencia actual.
El TOD suele presentarse con mucha comorbilidad con otros trastornos del neurodesarrollo tales como el trastorno de conducta, ansiedad y depresión infantil, trastorno del espectro autista, pero sobre todo en los menores que presentan hiperactividad combinada con problemas serios de atención, donde se observa mucha confusión y los entornos en los que conviven los menores que, no es que no quieran, es que no pueden, no ayudan. Y es que hay algo que familiares y profesionales de la enseñanza no calibran hasta el punto de etiquetar a estos menores de “malos y malas” constantemente, o “malos estudiantes”, algo que suele tener ser muy dañino para los propios menores ya que se unen las dificultades de los rasgos que presentan con el autoetiquietaje: “soy malo o mala”, “soy tonto o tonta y no valgo para estudiar”, etc.
Así, ¿cómo podemos detectar qué le ocurre al menor?, ¿Cómo no errar en el diagnóstico?
Lo primero es saber que el Trastorno Negativista Desafiante es un trastorno de conducta que se caracteriza por la presencia persistente de comportamientos desafiantes, hostiles y desobedientes hacia figuras de autoridad, como padres y madres, entorno educativo o cualquier otra persona en una posición de poder. Debemos tener en cuenta también que aunque este trastorno suele manifestarse en la infancia, si no se trata adecuadamente puede afectar y mucho la vida del individuo en la adolescencia y en la juventud adulta.
Los síntomas del TOD pueden variar de persona a persona, pero en general, se caracteriza por la presencia de comportamientos desafiantes, hostiles y desobedientes tales como la negativa a cumplir con las solicitudes y reglas de personas adultas. Aunque no se sabe exactamente cuál es la causa del TOD, se cree que una combinación de factores genéticos y ambientales pueden contribuir a su desarrollo. Así, experiencias traumáticas en la infancia, problemas de disciplina en el hogar unido a la falta de habilidades sociales y emocionales pueden estar detrás del TOD.
Para su diagnóstico recomendamos la valoración, evaluación y diagnóstico de un especialista en Psicología infanto-juvenil, ya que iniciará el tratamiento psicoterapéutico sin farmacología, aunque no se descarta la combinación de terapia cognitivo-conductual con el menor y la familia, trabajando de manera multidisciplinar también con los Centros edutativos, y medicación (prescrita y supervisada). La terapia ayudará a identificar y cambiar los patrones de pensamiento y comportamiento negativos, mejorar la comunicación y las habilidades sociales y emocionales, y aprender a resolver conflictos de manera más efectiva.
Como conclusión, el Trastorno Negativista Desafiante TOD es sin duda uno de los grandes desafíos que se presentan en consulta, en domicilios, colegios e institutos, pero es importante recordar que debe ser identificado, bien diagnosticado y tratado, ya que los menores que lo presentan, con mayor o menor comorbilidad con otros trastornos pueden llevar una vida plena y feliz con el tratamiento adecuado.
Si crees que tu hijo o hija o alguien que conoces puede estar sufriendo de TOD en VOLMAEsalud podemos ayudarle.