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¿Quién no ha pasado alguna vez por una ruptura un tanto traumática?, sobre todo cuando ha sido la otra persona la que te deja y tú sigues «colgado o colgada».

¡El mundo se acaba!, parece que no vamos a poder rehacer nunca nuestra vida y que nunca más encontraremos a alguien con quien compartirla. Por eso nos aferramos a dicha relación y hacemos todo lo posible por recuperarla, sin pararnos a pensar qué es lo que ha provocado la ruptura ni las consecuencias positivas que la misma nos puede aportar.

Es difícil reconocer que hemos fracasado, sobre todo cuando hemos invertido mucho tiempo en que algo funcione, y nos damos cuenta que las consecuencias no eran las esperadas. Es fácil frustrarse y preguntarse: ¿por qué a mí? ¿por qué me ha dejado? ¿qué he hecho mal? Y ocurre que cuando no encontramos una respuesta adecuada, empezamos a tener pensamientos distorsionados sobre lo que nosotros evaluamos y finalmente siempre terminamos culpándonos.

En una relación de dos, siempre hay “culpa” por ambas partes. No existen verdaderos culpables, no sirve de nada martirizarse, porque lo único que podemos conseguir es sacar conclusiones erróneas a la realidad.

Parémosnos y analicemos qué hemos hecho bien y qué hemos hecho mal, qué podemos mejorar y qué hemos hecho correctamente. De esta forma seremos conscientes de nuestras limitaciones y qué tipo de comportamientos no nos convienen para una futura relación.

Tómate un tiempo de reflexión antes de iniciar una nueva relación, no es positivo involucrarse en una historia nueva, porque arrastraremos los errores, las frustraciones y las costumbres erróneas que nos llevaron al “fracaso” anterior.

El dicho “un clavo saca a otro clavo” a priori no es demasiado correcto, se necesita un tiempo para “curarse” y quererse a una o a uno mismo, y cuando creamos que estamos preparados o preparadas y que estamos curados podremos emprender un nuevo camino.

Permítete un tiempo para ti, para analizar qué es lo que quieres en la otra persona, qué te gusta y qué no te gusta en una relación, basándote en tus experiencias anteriores, porque de la experiencia es de donde aprendemos, para eso tenemos más oportunidades en nuestra vida, para solventar esos errores de conducta que cometemos consciente o inconscientemente.

No todos y todas somos compatibles, no todo funciona sí o sí y no todo en la vida es tener una pareja. Una pareja es una suma, no una dependencia, nuestra vida es un camino y nosotros decidimos quien queremos que nos acompañe en el mismo.

Si el camino junto a esa persona se llena de “baches”, es mucho mejor que paremos y continuemos solos o solas, conociéndonos y enriqueciéndonos de todo lo que la vida nos aporta.

A partir de ahora, te conocerás mejor, sabrás mejor qué es lo que quieres y qué no quieres, tendrás más tiempo para ti y para tu familia y cuando menos lo esperes, aparecerá alguien en tu vida, pero tú eres el único o la única que decide si compartirla o seguir tu camino en solitario.

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